LA ORIENTACIÓN DEPORTIVA INFANTIL. MÁS ALLÁ DEL TALENTO INNATO

Dr. Domingo Blázquez Sánchez
dblazquez29@gmail.com

“¿Qué deporte es el más adecuado para mi hijo/a?” “¿En cuál tendrá más éxito?” “¿Tiene ‘madera’ de deportista?” Estas preguntas, cargadas de buenas intenciones y expectativas, resuenan constantemente en conversaciones entre padres, madres, docentes de Educación Física y técnicos deportivos. La búsqueda de la “práctica ideal” es comprensible, pero la respuesta dista de ser simple, especialmente cuando hablamos de niños y niñas cuyas características biológicas, psicológicas y sociales definitivas están aún en pleno proceso de definición. No obstante, es preciso tomar decisiones en la vida, y en esta fase también. Lo crucial es conocer sobre qué criterios apoyar dichas decisiones para que se alejen lo más posible de la incorrecta.

Los caminos tradicionales y sus trampas: ¿por qué necesitamos un enfoque reflexivo?

Históricamente, el acceso al deporte infantil ha seguido a menudo caminos poco reflexivos, con consecuencias potencialmente negativas:

  1. La elección intuitiva, por conveniencia o influencia mediática: Con frecuencia, la elección se basa en la oferta disponible, la comodidad, la tradición familiar o, cada vez más, el efecto de los medios de comunicación, que lleva al niño/a a desear emular al campeón de turno, aunque ese deporte no sea el más adecuado a sus características. Se inscribe al niño/a sin un análisis profundo de la compatibilidad entre la práctica y sus necesidades o intereses evolutivos.

    • Consecuencia: Genera experiencias de frustración y sentimiento de fracaso. El niño/a internaliza una sensación de incompetencia motriz (“no soy bueno/a para esto”), dañina para su autoestima y adherencia futura. Los años empleados en un proceso de iniciación equivocado son irrecuperables, como lo son los aprendizajes bien orientados que podrían haberlos sustituido.

  2. La detección precoz y excluyente de “talentos”: El modelo de selección temprana, enfocado en identificar supuestos “potenciales” para la especialización, margina a la mayoría y perpetúa la idea elitista de que el deporte “es sólo para los dotados”. Ignora la diversidad, los ritmos madurativos y el valor del deporte recreativo y formativo.

    • Consecuencia: Exclusión, presión indebida, riesgo de burnout y privación de los beneficios del deporte para la gran mayoría.

Hacia un nuevo paradigma: exploración, desarrollo, bienestar y orientación consciente

Abogamos por un cambio de enfoque: pasar de la “selección” a la “exploración guiada” y de la “predicción de talento” a la “orientación para el desarrollo integral”:

  1. Priorizar la exploración y la variedad (multideporte): La infancia es para experimentar. Probar diversas actividades construye una base motriz rica (Alfabetización Motriz) y permite descubrir intereses genuinos.

  2. Adecuación evolutiva: Las propuestas deben adaptarse a la madurez física, cognitiva, emocional y social. El juego es clave en las primeras etapas.

  3. La voz y el disfrute del niño/a: Sus preferencias y su disfrute son imprescindibles para la adherencia. Si no se sienten bien consigo mismos o no los dejan jugar abiertamente, están en el deporte o el lugar equivocado.

  4. Redefinir el “éxito”: Éxito es disfrutar, esforzarse, mejorar, colaborar, hacer amigos, adquirir hábitos saludables, desarrollar resiliencia y construir autoconfianza.

  5. La calidad del entorno es clave: Aquí entran en juego consejos cruciales para los padres:

    • Investigar la institución: Antes de inscribir, pregunten a la institución cuál es su misión y su filosofía. Asegúrense de que correspondan con los valores que quieren inculcar y que le den mucha importancia a que los niños/as se diviertan juntos.

    • Clima de comunicación: Cerciórense de que exista un clima donde la comunicación con los técnicos sea abierta y espontánea.

    • Inclusividad garantizada: Es fundamental que todos los chicos/as puedan participar en todas las actividades por igual, sin discriminación por habilidad o sexo.

    • Ajuste a la personalidad: Tengan presente la personalidad del niño/a. Si no es una persona muy competitiva, busquen una práctica y un entrenador para quien no sea prioritario ganar o formar élites, sino realizar un buen trabajo individual o en equipo.

El rol del técnico: orientar para el desarrollo, no solo para el rendimiento

La orientación deportiva, entendida como aconsejar y dirigir hacia disciplinas adecuadas a las características del niño/a, es una tarea compleja pero fundamental para los técnicos. Su objetivo debe ser eliminar decisiones irreflexivas y procurar que cada sujeto se centre en actividades para las cuales posea capacidades y, crucialmente, sean de su interés.

  • Metodología consciente: Frente a la ausencia frecuente de metodología, el técnico debe esforzarse por armonizar sistemáticamente las características del deportista con las prácticas que mejor le convengan.

  • Lógica de la orientación (como guía, no dogma): Se busca una óptima adaptación deportiva relacionando características del principiante con los requerimientos del deporte. Componentes que considerar (sin olvidar que en edades tempranas no están definidos del todo):

    • Características psicológicas: Motivación, intereses, personalidad (competitiva/no competitiva).

    • Características físicas: Aptitudes físicas generales y específicas.

    • Características morfológicas: Biotipo (talla, peso, etc., con cautela en etapas de crecimiento).

    • Características del entorno: Apoyo familiar, posibilidades socioeconómicas, accesibilidad.

  • Triunfo y motivación: Una orientación acertada, que dirige hacia deportes donde el niño/a tiene aptitudes y disfruta, posibilita la obtención de pequeños éxitos y refuerza la motivación a largo plazo.

  • El fin último: La orientación debe potenciar el desarrollo global del niño/a y hacerle más autónomo en la vida. Recordando siempre el principio fundamental: EL DEPORTE ESTÁ AL SERVICIO DEL NIÑO/A Y NO A LA INVERSA.

Tomando decisiones conscientes en un escenario incierto

Es cierto, no podemos predecir el futuro con certeza. Las características infantiles son cambiantes. Sin embargo, la necesidad de decidir persiste. Lo importante es que estas decisiones se basen en la observación atenta, el diálogo con el niño/a, el conocimiento de los principios evolutivos y pedagógicos, y la elección de entornos de práctica que prioricen el bienestar y el desarrollo integral por encima de cualquier otra consideración. Se trata de tomar la decisión que más se acerque a la correcta o, al menos, que más se aleje de la incorrecta.

Cultivando una relación positiva y duradera con el movimiento

En lugar de preguntarnos “¿Para qué deporte ha nacido mi hijo/a?”, enfoquémonos en “¿Cómo podemos acompañarle a explorar el fascinante mundo del movimiento, a encontrar actividades que le apasionen y a desarrollar las herramientas para disfrutar de una vida activa, saludable y plena?”. La respuesta no reside en una selección temprana basada en

supuestos talentos, sino en ofrecer un abanico rico de experiencias motrices positivas, respetuosas y adaptadas, guiadas por criterios pedagógicos sólidos y eligiendo entornos que compartan estos valores. Nuestro rol como padres, madres, educadores y técnicos no es fabricar campeones, sino cultivar personas activas, competentes, resilientes y felices, aprovechando el inmenso potencial formativo del deporte cuando se pone, verdaderamente, al servicio del niño y la niña.

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